En un intento de revivir ese momento me he acercado al mercado que tenemos delante del despacho, el Mercat de Sant Gervasi, y me he dirigido a la bacalería para preguntar si tenían sardinas disfrazadas con caña, como las de mi infancia, pero tristemente he descubierto que no tenían.
Si, he sentido tristeza, añoranza de aquella época, porque a mi me encantaba disfrazar a la sardina y, aunque no me la comiera, era todo un ritual ir a enterrarla
con mis amigos, con los que luego merendaba y jugaba en la montaña. Por eso he querido dedicar el espacio de hoy a la sardina y hacer una llamada de atención a la sociedad para que tradiciones como esta no caigan en el olvido.
La Mª Carme me ha regalado una sardina, a la que he disfrazado como hacía cuando era pequeña. Espero que entre todos hagamos que nuestros pequeños conozcan esta tradición y la disfruten como yo la disfruté cuando era niña.
¡Felíz entierro de la sardina!
He leido el comentario del día del entierro de la sardina.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho y agradecida porqué me hayas visitado a mi parada.
Gracias, Mª Carme.
Gracias a ti M Carme por tu colaboracion.
ResponderEliminarUn saludo,
Sariqui